En las calles del Cerro municipio Habanero caminaba entre un señor de color negro casi siempre “pasado de copas”. Rebasaba los setenta años de edad pero, cuentan, que cuando aún era joven lo invadió cierta demencia y entonces se dedico mucho más a la bebida.
Era guarachero y con un dicharacho a punta lengua, que le agradaban algunos y llenaba de histeria a otros.
-La Habana no acabará conmigo- Repetía mientras andaba por las calles, haciendo alarde de su fortaleza y constancia como caminante.
“Chicho el apagón”, así le conocían todos, gritaba por los rincones de la ciudad –La Habana no acabará conmigo- y así estuvo creyéndoselo hasta el último de sus días.
Me contaron que cuando la fatiga le anunciaba la muerte Chicho se confesó así mismo -La Habana acabó conmigo- mientras apuntaba hacia una esquina del cuarto donde se encontraba una botella con la etiqueta de Havana club.
No sé si esta historia es de la vida real o es cuento, de cualquier manera, me impactó por lo original del personaje. Saludos, hermanos cubanos desde mi Argentina.
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